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sábado, 11 de septiembre de 2010

Desmayo

Vuelo fugaz a la tierra en la que el opio es la medicina y el humo nada más el vehiculo de la fantasía. Calma: suave y distraída, empapada de fantasmas y alegrías.

Muerte: despojo de lo material, del amor y el sarcasmo. Miedo: ansias de sufrimiento.

Brisa: pesadez y distracción. Dios... Muerte.

jueves, 19 de agosto de 2010

Como un tatuaje

Hoy te marchas porque tienes miedo a lo que vendrá después. Te alejas porque ésto solo fue una ilusión, porque amaste a un fantasma, amaste a quien no te amaba y eso te hizo infeliz.

Vuela pronto, pero recuerda: Yo, estoy grabado en tu piel, estoy en tus ojos, tus manos, tus pechos, todo tu ser.

¡Vive con ese maldito recuerdo!

viernes, 30 de julio de 2010

En la eternidad

Te miro y sonrío.
Te abrazo.
Te odio.
Sos mi vida, mi paz.
Descanza y se libre.
Amame, te adoraré en la lejanía.
¡Pero márchate ya!.

jueves, 15 de julio de 2010

Mentiras, recuerdos y adios

Estábamos ahí sentados ¿recuerdas? No hablábamos de nada y te mirabas inquieta. Ese día no dijimos ni una sola palabra. ¡¿Era una despedida silenciosa verdad?! Me sentí desolado, con un hueco en mi corazón al verte marchar y no saber si era posible correr tras de ti. Esperé que alguien me explicara lo que acababa de suceder, pero no pudo ser.

Solía despertar desesperado por las noches acariciando lo que imaginaba era tu cuerpo, apretándolo contra el mío pero… Lentamente caía en cuenta de saber que mi gran amor se había marchado, y no quedaba nadie más que la misma esencia vacía de tu ser. Caminaba entre las sendas oscuras de la vida, solía divagar por la noche con un poco más de desgracia y desamparo. Me repetían que no era nada sin ti y que no duraría un día vagando sin enfrentar la realidad de no tenerte, y la desgracia de no poder buscarte.

“Devuélveme mis sueños”, déjame volar hacia otro rumbo, no he podido superar haberte perdido. (Porque nunca entendí lo que pasaba, y nadie me lo dijo) Pero sabes, hoy comprendí que tú y yo sin saberlo nos separamos, que nuestro amor inmenso no superó tu intención de amarnos en la lejanía.

Pensándolo bien, ahora que veo hacia atrás, no recuerdo perfectamente el reflejo de tus ojos, no recuerdo ni tu figura, ni el calor de tus abrazos, ni la dulzura de tus besos, que supongo me sacaban una sonrisa que te era graciosa, tímida e infantil. La verdad, por más que te busco en mi corazón… ¡ya no te encuentro! Creo que mi corazón al final te olvidó. Pero a pesar de todo, existes en mi pensamiento mamá…

viernes, 9 de julio de 2010

Delirio intenso

Pasmado estoy ante tu presencia. Siento como el hormigueo de mis pies aumenta. Con prontitud me veo repleto del cosquilleo en todo mi cuerpo. ¡No se que hacer!

Comienzan a revolotear mariposas en mi estómago. ¡Son muchas! ¡No se que hacer!
De mi boca no emane un solo sonido. Estoy perplejo.

Me rodeas con tus brazos y cierro mis ojos con intensidad. Palpo tus pechos contra los mios, tu estomago y vientre unido a mi ser. Me apretas tanto que mi sexo y el tuyo se rozan con delicadez e intensa pasión.

No quiero abrir mis ojos. Te abrazo con fuerza y rezo porque no pase este momento. Quiero besarte y cuando estoy a punto…

…Te has esfumado ya. Abro los ojos bruscamente y ya te has ido. Siento aun tu cuerpo pero no estás aquí.

¡Dios no lo soporto más!

martes, 6 de julio de 2010

bolero de los celos---Les luthiers

¡Y cómo lastiman los celos! Te seguí, Elena, desesperado e inerme junto al mar de iridiscente espuma indefenso hasta el paroxismo.

Tal vez no quisieras verme, tal vez fuera la bruma o tal vez fuera tu astigmatismo.
¡Y cómo lastiman los celos! ¡Uuuuh!

Caminabas descalza por la arena y yo caminaba detrás arrastrando mudo mi condena,
adorándote en silencio desde lejos y te grité cuando no pude más: ¡cuidado con los cangrejos!

¡Y cómo lastiman los cang... los celos! No me contestaste, Elena pero te seguí por la playa con mi pena alucinado por la magia de tus ojos azabache, y vacilé al escribir tu nombre en la arena pues nunca supe bien si Elena es con hache.

¡Me han violado!

Todo inició en el bar de un distinguido hotel, entre las dos y las tres de la tarde del domingo 21 de marzo. Me encontraba bebiendo con amigos que hace tiempo no veía. Solían viajar mucho, por lo que su venida era motivo de celebración. Estábamos en la Costa del sol. Habían pocas personas en el sitio, por tanto, no se nos hizo difícil adueñarnos del lugar.

Nos acompañaba mucha gente, familiares, amigos cercanos, lejanos, etc. Todos los adultos platicaban sus vivencias. Entre miradas y risas fueron embriagándose. Como nos acompañaban menores de edad, varios dejaron de tomar y salieron a cuidar a sus niños. En ese momento se acercaba una muchacha, pero no le tomé importancia, estaba afanado en terminar mí ron con Coca Cola.

De pronto, una figura femenina se sentó a mi lado, pidió un trago y sacó un cigarro. Un traje de baño rosa dejaba al descubierto su cuerpo bronceado. Era la mujer que disipé antes, de cerca se miraba mayor. Saqué pronto mi encendedor y le ofrecí fuego, y lo aceptó con una linda sonrisa. Su figura era fascinante llamaba la atención de todos los que pasaban por el bar. Sus ojos, como dos estrellas parpadeantes, tenían una sensación de lujuria y desenfreno, no pude evitar mirarla con deseo.

No sabía quién era, la verdad, no me importaba. Había llegado de Inglaterra con mis amigos y no lo había notado. Esa tarde llena de alcohol y playa fue la escena perfecta para encontrarme con ese cuerpo lleno de arrebato. Nunca imaginé hacer esa locura, nunca creí que podía suceder. Platicamos sobre temas triviales, a veces aburridos, es como cuando te ríes por compromiso. Pienso que ella también estaba harta de hablar “babosadas”. Cuando la conversación se fue tornando mas de confianza, los dos estábamos ya embriagados.

Salimos del bar y paseamos un tiempo por la orilla del mar, el sol estaba fuerte a pesar que ya era tarde. Luego de no hacer nada más que caminar y caminar, decidimos ir hacia una de las camionetas que habíamos llevado. Ya dentro de ella, todo se tornó en coqueteos e indirectas. Fue muy sencillo robarle un beso. Nuestros cuerpos se encontraron de una manera cariñosa. Poco a poco nos despojamos de las ropas, dejándonos llevar por el deseo, la pasión y el desenfreno.

La fascinación de estar en su piel. La locura de hacer algo prohibido, fue una sensación extraña. Por una lado, hay entrega y por otro nada más el momento. Luego de nuestro encuentro, todo se vio rodeado de temor. Miedo a caer en cuenta que de lo que hicimos resultara algo mal, o aborrecernos mutuamente.

Nuestras miradas no se juntaron más. Nos alejamos casi de inmediato. El miedo y la inseguridad nos fueron embargando hasta sentirnos vulgares y sucios. Quizá el pánico de haber cometido un error o el simple hecho de hacer y olvidar nos envolvió rápidamente.

Esa mujer me atrapó y llenó de lujuria. Solo sé que nada más el tiempo podrá borrar de mi piel esa sensación. ¡Fue una locura! ¡Quiero otra vez más!…