Pasmado estoy ante tu presencia. Siento como el hormigueo de mis pies aumenta. Con prontitud me veo repleto del cosquilleo en todo mi cuerpo. ¡No se que hacer!
Comienzan a revolotear mariposas en mi estómago. ¡Son muchas! ¡No se que hacer!
De mi boca no emane un solo sonido. Estoy perplejo.
Me rodeas con tus brazos y cierro mis ojos con intensidad. Palpo tus pechos contra los mios, tu estomago y vientre unido a mi ser. Me apretas tanto que mi sexo y el tuyo se rozan con delicadez e intensa pasión.
No quiero abrir mis ojos. Te abrazo con fuerza y rezo porque no pase este momento. Quiero besarte y cuando estoy a punto…
…Te has esfumado ya. Abro los ojos bruscamente y ya te has ido. Siento aun tu cuerpo pero no estás aquí.
¡Dios no lo soporto más!
Espero que les gusten las locuras que escribo. Se diviertan e imaginen un rato. PD: proximamente habran fotos exclusivas para los escritos.
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viernes, 9 de julio de 2010
martes, 6 de julio de 2010
bolero de los celos---Les luthiers
¡Y cómo lastiman los celos! Te seguí, Elena, desesperado e inerme junto al mar de iridiscente espuma indefenso hasta el paroxismo.
Tal vez no quisieras verme, tal vez fuera la bruma o tal vez fuera tu astigmatismo.
¡Y cómo lastiman los celos! ¡Uuuuh!
Caminabas descalza por la arena y yo caminaba detrás arrastrando mudo mi condena,
adorándote en silencio desde lejos y te grité cuando no pude más: ¡cuidado con los cangrejos!
¡Y cómo lastiman los cang... los celos! No me contestaste, Elena pero te seguí por la playa con mi pena alucinado por la magia de tus ojos azabache, y vacilé al escribir tu nombre en la arena pues nunca supe bien si Elena es con hache.
Tal vez no quisieras verme, tal vez fuera la bruma o tal vez fuera tu astigmatismo.
¡Y cómo lastiman los celos! ¡Uuuuh!
Caminabas descalza por la arena y yo caminaba detrás arrastrando mudo mi condena,
adorándote en silencio desde lejos y te grité cuando no pude más: ¡cuidado con los cangrejos!
¡Y cómo lastiman los cang... los celos! No me contestaste, Elena pero te seguí por la playa con mi pena alucinado por la magia de tus ojos azabache, y vacilé al escribir tu nombre en la arena pues nunca supe bien si Elena es con hache.
¡Me han violado!
Todo inició en el bar de un distinguido hotel, entre las dos y las tres de la tarde del domingo 21 de marzo. Me encontraba bebiendo con amigos que hace tiempo no veía. Solían viajar mucho, por lo que su venida era motivo de celebración. Estábamos en la Costa del sol. Habían pocas personas en el sitio, por tanto, no se nos hizo difícil adueñarnos del lugar.
Nos acompañaba mucha gente, familiares, amigos cercanos, lejanos, etc. Todos los adultos platicaban sus vivencias. Entre miradas y risas fueron embriagándose. Como nos acompañaban menores de edad, varios dejaron de tomar y salieron a cuidar a sus niños. En ese momento se acercaba una muchacha, pero no le tomé importancia, estaba afanado en terminar mí ron con Coca Cola.
De pronto, una figura femenina se sentó a mi lado, pidió un trago y sacó un cigarro. Un traje de baño rosa dejaba al descubierto su cuerpo bronceado. Era la mujer que disipé antes, de cerca se miraba mayor. Saqué pronto mi encendedor y le ofrecí fuego, y lo aceptó con una linda sonrisa. Su figura era fascinante llamaba la atención de todos los que pasaban por el bar. Sus ojos, como dos estrellas parpadeantes, tenían una sensación de lujuria y desenfreno, no pude evitar mirarla con deseo.
No sabía quién era, la verdad, no me importaba. Había llegado de Inglaterra con mis amigos y no lo había notado. Esa tarde llena de alcohol y playa fue la escena perfecta para encontrarme con ese cuerpo lleno de arrebato. Nunca imaginé hacer esa locura, nunca creí que podía suceder. Platicamos sobre temas triviales, a veces aburridos, es como cuando te ríes por compromiso. Pienso que ella también estaba harta de hablar “babosadas”. Cuando la conversación se fue tornando mas de confianza, los dos estábamos ya embriagados.
Salimos del bar y paseamos un tiempo por la orilla del mar, el sol estaba fuerte a pesar que ya era tarde. Luego de no hacer nada más que caminar y caminar, decidimos ir hacia una de las camionetas que habíamos llevado. Ya dentro de ella, todo se tornó en coqueteos e indirectas. Fue muy sencillo robarle un beso. Nuestros cuerpos se encontraron de una manera cariñosa. Poco a poco nos despojamos de las ropas, dejándonos llevar por el deseo, la pasión y el desenfreno.
La fascinación de estar en su piel. La locura de hacer algo prohibido, fue una sensación extraña. Por una lado, hay entrega y por otro nada más el momento. Luego de nuestro encuentro, todo se vio rodeado de temor. Miedo a caer en cuenta que de lo que hicimos resultara algo mal, o aborrecernos mutuamente.
Nuestras miradas no se juntaron más. Nos alejamos casi de inmediato. El miedo y la inseguridad nos fueron embargando hasta sentirnos vulgares y sucios. Quizá el pánico de haber cometido un error o el simple hecho de hacer y olvidar nos envolvió rápidamente.
Esa mujer me atrapó y llenó de lujuria. Solo sé que nada más el tiempo podrá borrar de mi piel esa sensación. ¡Fue una locura! ¡Quiero otra vez más!…
Nos acompañaba mucha gente, familiares, amigos cercanos, lejanos, etc. Todos los adultos platicaban sus vivencias. Entre miradas y risas fueron embriagándose. Como nos acompañaban menores de edad, varios dejaron de tomar y salieron a cuidar a sus niños. En ese momento se acercaba una muchacha, pero no le tomé importancia, estaba afanado en terminar mí ron con Coca Cola.
De pronto, una figura femenina se sentó a mi lado, pidió un trago y sacó un cigarro. Un traje de baño rosa dejaba al descubierto su cuerpo bronceado. Era la mujer que disipé antes, de cerca se miraba mayor. Saqué pronto mi encendedor y le ofrecí fuego, y lo aceptó con una linda sonrisa. Su figura era fascinante llamaba la atención de todos los que pasaban por el bar. Sus ojos, como dos estrellas parpadeantes, tenían una sensación de lujuria y desenfreno, no pude evitar mirarla con deseo.
No sabía quién era, la verdad, no me importaba. Había llegado de Inglaterra con mis amigos y no lo había notado. Esa tarde llena de alcohol y playa fue la escena perfecta para encontrarme con ese cuerpo lleno de arrebato. Nunca imaginé hacer esa locura, nunca creí que podía suceder. Platicamos sobre temas triviales, a veces aburridos, es como cuando te ríes por compromiso. Pienso que ella también estaba harta de hablar “babosadas”. Cuando la conversación se fue tornando mas de confianza, los dos estábamos ya embriagados.
Salimos del bar y paseamos un tiempo por la orilla del mar, el sol estaba fuerte a pesar que ya era tarde. Luego de no hacer nada más que caminar y caminar, decidimos ir hacia una de las camionetas que habíamos llevado. Ya dentro de ella, todo se tornó en coqueteos e indirectas. Fue muy sencillo robarle un beso. Nuestros cuerpos se encontraron de una manera cariñosa. Poco a poco nos despojamos de las ropas, dejándonos llevar por el deseo, la pasión y el desenfreno.
La fascinación de estar en su piel. La locura de hacer algo prohibido, fue una sensación extraña. Por una lado, hay entrega y por otro nada más el momento. Luego de nuestro encuentro, todo se vio rodeado de temor. Miedo a caer en cuenta que de lo que hicimos resultara algo mal, o aborrecernos mutuamente.
Nuestras miradas no se juntaron más. Nos alejamos casi de inmediato. El miedo y la inseguridad nos fueron embargando hasta sentirnos vulgares y sucios. Quizá el pánico de haber cometido un error o el simple hecho de hacer y olvidar nos envolvió rápidamente.
Esa mujer me atrapó y llenó de lujuria. Solo sé que nada más el tiempo podrá borrar de mi piel esa sensación. ¡Fue una locura! ¡Quiero otra vez más!…
lunes, 5 de julio de 2010
Entre sombras
La noche se muestra en su mayor esplendor. El astro pintado de plata se refleja con toda su gloria en el cielo. Se refleja su gracia y majestuocidad.
Bajo la mirada y me encuentro con unos ojos oscuros brillando al compás de la luna. Lentamente me atrapan y me hacen fantasear. La mujer que porta esos hermosos ojos es mi diosa, mi paz.
Encuentro refugio en su cuerpo. Mi ser anhela su calor. No puedo mirarla sin preguntarme: ¿será esto eterno? La verdad no lo es, nunca lo será. Algo prohibido nunca es para siempre en esta vida. Aunque mis brazos rodeen su ser, sé que no le pertenezco, ni ella a mí. Todo se detiene a nuestro alrededor. Ella me hace volar alto, pero sé que tan solo en ese momento es mía.
Suelo llegar al cielo dentro de su cuerpo. Me conduce a donde más le parece. El cariño con el que me acaricia hace fluir un nerviosismo que se desborda a la exitación. La delicadeza con la que lentamente me posee me hace sentir lo máximo. Aunque luego bajo a la realidad y ella ya se ha marchado, la extraño como si fuera el amor que nunca esperé jamas. Ese cariño que solo pertenece a su marido. Que unicamente es de él y que nunca tendré en la vida.
El juego y los coqueteos nos atraparón desde un inicio. No soportaba estar sin ella. El sexo fue embriagandonos más y más. Me hacia falta su calor desde el amanecer hasta caer la noche. Entonces supe que divagaba una vez más. Abrí mis ojos, que se habian cerrado al momento de viajar a los recuerdos de antaño. La miré, abracé y deseé con todas mis fuezas. Me entregue a ella como cada noche desde la primera vez que la conocí.
No supe si estaba en la realidad o simplemente soñaba. Pero esta es "la locura más grande de mi vida". Acostarse con tu propia prima es algo inolvidable. Lo vivire de nuevo, aunque sé que intentaré soñar que nunca lo hice.
Bajo la mirada y me encuentro con unos ojos oscuros brillando al compás de la luna. Lentamente me atrapan y me hacen fantasear. La mujer que porta esos hermosos ojos es mi diosa, mi paz.
Encuentro refugio en su cuerpo. Mi ser anhela su calor. No puedo mirarla sin preguntarme: ¿será esto eterno? La verdad no lo es, nunca lo será. Algo prohibido nunca es para siempre en esta vida. Aunque mis brazos rodeen su ser, sé que no le pertenezco, ni ella a mí. Todo se detiene a nuestro alrededor. Ella me hace volar alto, pero sé que tan solo en ese momento es mía.
Suelo llegar al cielo dentro de su cuerpo. Me conduce a donde más le parece. El cariño con el que me acaricia hace fluir un nerviosismo que se desborda a la exitación. La delicadeza con la que lentamente me posee me hace sentir lo máximo. Aunque luego bajo a la realidad y ella ya se ha marchado, la extraño como si fuera el amor que nunca esperé jamas. Ese cariño que solo pertenece a su marido. Que unicamente es de él y que nunca tendré en la vida.
El juego y los coqueteos nos atraparón desde un inicio. No soportaba estar sin ella. El sexo fue embriagandonos más y más. Me hacia falta su calor desde el amanecer hasta caer la noche. Entonces supe que divagaba una vez más. Abrí mis ojos, que se habian cerrado al momento de viajar a los recuerdos de antaño. La miré, abracé y deseé con todas mis fuezas. Me entregue a ella como cada noche desde la primera vez que la conocí.
No supe si estaba en la realidad o simplemente soñaba. Pero esta es "la locura más grande de mi vida". Acostarse con tu propia prima es algo inolvidable. Lo vivire de nuevo, aunque sé que intentaré soñar que nunca lo hice.
domingo, 4 de julio de 2010
Descanso eterno
La oscuridad me abraza. Las sombras se apoderan de mí. No hay marcha atrás. El borde está cerca. No tengo el valor de mirar hacia abajo. La vida se me va. Y yo… yo la entrego en bandeja de plata.
Siento la presencia de la muerte a mi lado, fría como la nieve, y me da terror. Miedo de no haber conocido esa sensación antes, de sentirme sola y sin fuerzas. Imagino a los hombres afuera, ajenos a mi desgracia, a mi dolor. ¡Hagan algo para impedir esto!
Sé que nadie puede oír mis gritos, mis lamentos y desesperaciones, y no encuentro otra salida más que callar. Guardar dentro de mí todo el odio y el maltrato, como siempre. Como siempre.
Espero llenar mi vida de paz. Quiero mirar al horizonte, separarme de esta puta vida, de esta enfermedad cuyo nombre no tiene más que el de Ana. Esa mujer que amo y que odio tanto como para asesinarla, acabar con ella de una vez por todas. Pero no es Ana la que se encuentra aquí, ella es más fuerte, y yo solamente una perra de casa. ¡Su perra de casa!
“¡Sos una mierda, mujer!”, “¡nunca haces algo bueno!” Todo el tiempo es así, no había cariño de su parte. Sé que no puedo existir sino es a su lado, pero no soporto esta vida de miseria, de violación, de conflicto. Vago en mi pensamiento y me veo en un paraíso colmado de riqueza, de gracia y paz, pero no puedo alzar mis alas, no puedo ser libre. Tengo una atadura a esta tierra y necesito cortar esa cadena.
Escucho cómo su voz se expande por todo mi cuerpo como una corriente que me paraliza, me posee y arremete contra mí. ¡No soporto más! ¡Maldita sea! ¡Alejáte de mí! ¡Púdrete de una vez por todas!
Me atrapa la desolación. El desconsuelo que vive y crece en los recuerdos, en las acciones y miedos. La decisión ya está tomada, no hay marcha atrás. Avanzo a la orilla, el cielo se enrojece. Se torna de un suave color.
En el firmamento revolotea un ave, ¡qué dichosa! ¡Qué majestuosa! ¡Qué libre! Representa todo lo que anhelo, todo lo que no puedo tener. ¡No la puedo mirar más! Me da pavor y celos. Imagino a Ana maltratándome de nuevo, mostrándome su descontento. La odio, envidio y escupo por todo lo que ha hecho de mí, porque nunca me fue fiel, porque no soy nada para ella, por que soy una puta más.
Su rechazo me da coraje, quiero huir, es el momento de hacerlo, abrazaré a la muerte y formaremos una sola. Me veo en llamas pero no siento dolor. ¡Hoy soy libre! Veo como la multitud se desvanece ante mis ojos, nada importa ya, quiero alejarme…
Siento la presencia de la muerte a mi lado, fría como la nieve, y me da terror. Miedo de no haber conocido esa sensación antes, de sentirme sola y sin fuerzas. Imagino a los hombres afuera, ajenos a mi desgracia, a mi dolor. ¡Hagan algo para impedir esto!
Sé que nadie puede oír mis gritos, mis lamentos y desesperaciones, y no encuentro otra salida más que callar. Guardar dentro de mí todo el odio y el maltrato, como siempre. Como siempre.
Espero llenar mi vida de paz. Quiero mirar al horizonte, separarme de esta puta vida, de esta enfermedad cuyo nombre no tiene más que el de Ana. Esa mujer que amo y que odio tanto como para asesinarla, acabar con ella de una vez por todas. Pero no es Ana la que se encuentra aquí, ella es más fuerte, y yo solamente una perra de casa. ¡Su perra de casa!
“¡Sos una mierda, mujer!”, “¡nunca haces algo bueno!” Todo el tiempo es así, no había cariño de su parte. Sé que no puedo existir sino es a su lado, pero no soporto esta vida de miseria, de violación, de conflicto. Vago en mi pensamiento y me veo en un paraíso colmado de riqueza, de gracia y paz, pero no puedo alzar mis alas, no puedo ser libre. Tengo una atadura a esta tierra y necesito cortar esa cadena.
Escucho cómo su voz se expande por todo mi cuerpo como una corriente que me paraliza, me posee y arremete contra mí. ¡No soporto más! ¡Maldita sea! ¡Alejáte de mí! ¡Púdrete de una vez por todas!
Me atrapa la desolación. El desconsuelo que vive y crece en los recuerdos, en las acciones y miedos. La decisión ya está tomada, no hay marcha atrás. Avanzo a la orilla, el cielo se enrojece. Se torna de un suave color.
En el firmamento revolotea un ave, ¡qué dichosa! ¡Qué majestuosa! ¡Qué libre! Representa todo lo que anhelo, todo lo que no puedo tener. ¡No la puedo mirar más! Me da pavor y celos. Imagino a Ana maltratándome de nuevo, mostrándome su descontento. La odio, envidio y escupo por todo lo que ha hecho de mí, porque nunca me fue fiel, porque no soy nada para ella, por que soy una puta más.
Su rechazo me da coraje, quiero huir, es el momento de hacerlo, abrazaré a la muerte y formaremos una sola. Me veo en llamas pero no siento dolor. ¡Hoy soy libre! Veo como la multitud se desvanece ante mis ojos, nada importa ya, quiero alejarme…
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